A pesar del glaciar, el perito Moreno arde en los infiernos. Es uno más de muchos tantos que continuaron el genocidio que inaugurara Cristobal.
De Osvaldo Bayer.
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"En cambio, el perito Moreno argentino verá otra cosa. Mostrará su mayor interés por los límites con Chile y por hacer aparecer todo como argentino. Para ello despreciará a los habitantes naturales llamando "cara de sapo" a los mapuches y relatando escenas como ésta: "Es asqueroso el espectáculo que presentan estas terribles viejas, ya borrachas. Estas infernales brujas, repugnantes engendros, degradan la danza saltando borrachas (...) mujeres pintadas de negro y de melenas desgreñadas. La enorme cantidad de fruta de calafate que han comido esta mañana han teñido los alrededores de sus bocas de un color violáceo; las tiras de grasa de potro que han traído en sus recados, que se han humedecido con el sudor del caballo antes de servirle de alimento y que devoran, han dejado en sus mejillas blancos residuos que quedan pegados sobre sus caras con el zumo del calafate. Comen estos indios con tanta suciedad como los cerdos, tienen grasa hasta en los ojos, y el cabello está apelmazado por ella".
Claro, el perito queda al desnudo porque antes dice: "Doy a los indios un poco de aguardiente", pero así y todo hubiera podido describir la escena sin compararlo con los cerdos, y dejándose llevar por otras escenas que presenció sin aguardiente, principalmente las representacionesespirituales en los Rewe, que son los lugares donde los mapuches hacen convocatorias de una filosofía poética refinada. Conocí el Rewe de Ñorquinco, para mí el lugar de más profunda belleza que he conocido en mi vida.
El perito en fronteras, Francisco Pascasio Moreno, al llegar a esos lugares se creyó dueño de todo y con un irracional "patriotismo", como siempre lo llamaba él, comenzó a cambiar los bellos nombres poéticos en tehuelche, pehuenche y mapuche que tenían esas regiones. Por eso, al primer lago que encontró lo llamó "Argentino", al segundo "San Martín", a unos montes los llamó "Lavalle" (el nombre del asesino de Dorrego). Al más bello le quitó el nombre en lengua pehuenche para ponerle el nombre de un amigo: "Gutiérrez". El perito, una especie de Dios bautizador. Dueño y Señor. Al perito, el gobierno de la Nación le regalará 50 leguas cuadradas de tierra patagónica. Porque eso es lo que se quería, la tierra. Lo dice claramente la Sociedad Rural de los estancieros bonaerenses que aboga por la "más severa represión de los indios salvajes". Fíjese el lector los apellidos: los de siempre, los de antes y los de ahora: José Martínez de Hoz, Amadeo, Leloir, Temperley, Atucha, Ramos Mejía, Llavallol, Unzué, Miguens, Terrero, Arana, Casares, Señorans, Martín y Omar, Real de Azúa. Y triunfarán. El general Roca lo anunciará: "La ola de bárbaros que ha inundado por espacio de siglos las fértiles llanuras ha sido por fin destruida". Y el general de las mil estatuas y de las miles de leguas de tierras que llegará así a la fortuna personal lo explicará en el Congreso: "El éxito más brillante acaba de coronar esta expedición, dejando así libres para siempre del dominio del indio esos vastísimos territorios que se presentan ahora llenos de deslumbradoras promesas al inmigrante y al capital extranjero". Está todo dicho. Ahora sí que éramos todos argentinos. La bandera azul y blanca para el estanciero Martínez de Hoz.
Para los mapuches, los ranqueles, los tehuelches... este porvenir, lo dice claramente el diario El Nacional de Buenos Aires cuando termina la "Campaña del Desierto": "Llegan los indios prisioneros con sus familias. La desesperación, el llanto no cesa. Se les quita a las madres sus hijos para en su presencia regalarlos, a pesar de los gritos, los alaridos, y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano, unos se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre aprieta contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre se cruza por delante para defender a su familia de los avances de la civilización argentina".
Está todo dicho. Occidental y cristiano.
El jueves pasado se celebró con la presencia de Kirchner el centenario en que el perito Moreno donó al Estado tres leguas cuadradas de las veinte que le había regalado Roca por los servicios prestados. Generoso el hombre. Tres de veinte. De tierras que no le pertenecían. Pero el Estado, cumplidor, le agradece año tras año esta generosidad cristiana al llamado perito. El jueves, en Bariloche, todas las autoridades que hablaron se deshicieron en alabanzas al perito. Menos los mapuches presentes, que le gritaron racista y ladrón cuando los oradores lo nombraban.
Aparte de ese episodio, se oyó la voz del titular de Parques Nacionales, Héctor Espina, quien dijo, por fin, la verdad. Aseguró que su institución cumplirá "con el mandato constitucional de reconocer las propiedades comunitarias de nuestros pueblos originarios, quienes mucho antes que nosotros custodiaron estos valores fundamentales".
Es que el nuevo movimiento mapuche va dando sus frutos. Ellos reclaman una nueva relación intercultural, un desarrollo con identidad, autonomía, derecho a una vida digna sin la cual "la Justicia es una farsa y la democracia, una mentira". Roca y su perito van quedando en el sótano de la historia. Se abre una nueva Historia. La del "Rebelde Amanecer", como el nombre de la niña mapuche que tuve en mis brazos".
2 comentarios:
Excelente, como siempre Don Osvaldo Bayer. Yo me di el gustazo de conocerlo. Vino a mi ciudad - San Nicolás- a presentar el libro de Stella Maris Ageitos, llamado HISTORIA DE LA IMPUNIDAD. Tiene prólogo de Don Osvaldo B. y epílogo de Rafael Bielsa. Te lo recomiendo porque es muy bueno.
Ahora sí que seremos todos argentinos... pero no en el sentido que lo dijo Don Osvaldo, sino porque incorporamos a nuestros hermanos tan despreciados por toda la historia de nuestra Patria.
Un beso Paola! Muy bueno tu blog, como siempre...
De dónde es la data?
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