Acceso a playa pública, y una flecha indicaba desviarse si uno no era cliente del balneario. Lo digo sin resentimientos, eh,- porque muchas señoras coquetas dicen que hablamos o escribimos con la ñata sobre el vidrio-. Y seguro que no, señora coqueta de peluquería spa: yo era clienta de un balneario también , pero me asombró tanta ferocidad por cuidar que por el sector no circulara sino gente como uno, no vaya a ser cosa que algún inmigrante infecto pase a escasos metros y quiera ocupar una carpa, robar una sombrilla, una mazo de cartas de truco, mirar el culo de nuestras niñas.En este país ya no se sabe.. .
Luego recordé un hecho - una conversación en realidad- mientras volvíamos y en la ruta escuchábamos al considerado peor periodista del 2010 que hablaba del discurso violento y fundamentalista de la derecha , me vino a la mente, decía, una frase en ocasión de relajada conversa en mesa de cumpleaños con una compañera, para mi desconocida, de mi amiga. De repente la rubia empleada en un estudio jurídico, comentó que ella por su hija mataba. "Yo por mi hija mato" dijo convencida, feroz, mientras se mandaba el último traguito de cerveza. La miré esperando la aclaración: su última relación no había durado porque la eventual pareja tenía hijos que siempre la peleaban a la pequeña. Y agregó luego con respecto a las fiestas, que la iba a pesar con alguien que había conocido por chat cuatro, no, cinco, días atrás.
Me acordé también de C, mientras Victor Hugo seguía comentando sobre la senadora muerta, o casi, de Estados Unidos, y sobre las posiciones conservadoras y cerriles de "la gente".C , una madura o joven divorciada que también mata por sus hijas, en mi opinión las mata con su violencia verbal, a pesar de lo que
quiere vender. Recordé que C. mira con arrebatada desconfianza cuando un morochazo se acerca y C se apura a cerrar la puerta, a subir el vidrio de la ventanilla. Pero , no le teme al empresario que la lleva a dormir a su loft a las tres de la mañana y que conoció un par de horas atrás en el boliche de Palermo, ni a ese que al final, resultó ser fetichista y se quería rajar del telo solo y que abrió y cerró la puerta y la luz se apagó y entró la mucama mientras ella se vestía y él volvía
En fin, parece que el miedo a la inseguridad, en manos de la moral derechosa es selectivo.
Que la moral derechosa es selectiva.
Es selectivamente asesina, aunque sea en sentido figurado.
6 comentarios:
Paola, coincido totalmente.
Impecable tu texto.
Yo creo también que en los pequeños gestos cotidianos está ese fascismo más sutil pero tan violento que nos rodea y frente al que hay que tener mucha agudeza.
Un abrazo
Gracias Daniela! espero haber podido transmitirloa así.
Gracias Daniela! espero haber podido transmitirloa así.
Gracias Daniela! espero haber podido transmitirloa así.
Gracias Daniela! espero haber podido transmitirloa así.
Muy buen texto Paola, la hipocresía, los prejuicios y la miseria moral están muy bien repartidos...
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