Si uno se para mirando al noreste, las terrazas no existen y las losas sin reparos dejan ver los techos y sus membranas, ropa colgada, la prefabricada que alberga de seguro provisoriamente a alguna escisión de la familia. Los frentes son más tristes, despintados,supieron ser vistosos rosa salmón, verde agua y ahora apenas son manchas de verdín y humedad. Quisieron parecer alguna vez eterno salpicré.
De canchero y sin apuro, de amante de la separada del barrio- o de antes des ser separada- el galán hoy tiene la ropa manchada, gastada, maloliente Se quedó sin novia y sin sueño cuando cerró la textil donde estuvo toda la vida. Carne trémula para los testigos de Gehová que lo conviertieron a cambio de una bolsa de comida y un poco de compañia y charla. No corta más el pasto, y los papeles que ruedan se enganchan en los yuyos: botellas, servilletas, envases de guaymayén.
Brama la cumbia en alguna motito y yo siento un olor a meo infernal. Sentado con la silla al revés, con el respaldo apoyando al pecho, el vecino que no tiene nombre para mí , me recuerda que el paisaje lo modeló también , en un tango decadente.
Uno de estos días se morirá y apenas si nos enteraremos. Esa es la decadencia que más me entristece.
2 comentarios:
Hola Paola
Muy lindo y melancólico. Agradezco la lectura que ofrecés.
Saludos
Gracias a vos sujeto; no todo es una cifra o una estadística o una argumentación bienfundada.Saludos
Publicar un comentario