De Amores Perdidos y Revoluciones Frustradas
Si ya todo pareciera estar dicho, y por ende todo escrito, ¿qué necesidad hay de seguir llenando las repisas de las librerías ? ¿Qué idea puede ser tan genial que deslumbre por original, nueva o conmovedora? ¿Qué combinación arcaica y benávola hay que realizar para que los sintagmas nos seduzcan?
Y ni siquiera hablamos de génesis genuina, porque esa historia, esa oración pensada y desdoblada y vuelta a hacer, no es más que la comunión de todo aquello que alguna vez consumismo, leímos, vivimos.
Y sin embargo apostaste, mirá vos , y pasaste de largo las ochavas embarradas de los propios miedos.
Y poco importó todo lo reiterativo que las Letras construyeron por siglos porque te lanzaste a decir lo tuyo, a escribirlo, a mostrarlo, como quien sale a la calle casi desnudo.
Quien escribe, escribe para "decirse" sugirió Barthes.
Y acá están, estarán tus palabras y tus rituales, tus miedos, tu ingenuidad, tus arrepentimientos. Una vez que sean de todos, ¿serán menos tuyos? Yo, por mi parte, ya -y esto lo sabías- me enamoré del adolescente que aún temiendo , se enfrenta y se ilusiona y se permite, como todo lo que uno hace en la vida. Como ahora.
Igual que los hijos, los ejemplares que ahora tenés en una caja, seguirán su camino, sus vueltas, terminarán en los estantes de las bibliotecas populares, en algún puesto del mercado de pulgas junto a una señora que se lima las uñas, en los armarios familiares, en la vida lejana de los que te continúan. En mi mesita de luz. En mis sueños.
De Amores Perdidos y Revoluciones Frustradas
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